lunes, 17 de enero de 2011

No somos viejos, porque tenemos treinta años, pero... tampoco somos jóvenes.
Con el pelo negro —y hasta un poco ondulado, ¡ qué caramba!, todo hay que decirlo — con la frente tersa, con los músculos bien dispuestos y los nervios excelentemente templados... uno no es joven ya. Y al mirar alrededor, hacia las juventudes pretéritas y hacia las juventudes actuales, uno ve claro que ni siente y piensa como aquéllas, ni siente y piensa como éstas. 



ENRIQUE JARDIEL PONCELA
(prólogo de "La tournée de Dios" 1932)





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